EL ENEAGRAMA de Albert Rams (I)

EL ENEAGRAMA de Albert Rams (I[1])


I

Hasta 1987, en que descubrí el eneagrama, primero de la mano de Paco Peñarrubia y Annie Chevreux, más en plan salón de su casa, de amigos, y después y sobre todo de la mano de Guillermo Borja (Memo) y de Claudio Naranjo, especialísimamente, mi perspectiva era el mundo binario de la terapia gestalt.

¿Qué es en verdad tu vida? Nada más que una lucha por ser alguien, nada más que una huida de tu propio silencio (...) El camino del amor no es un argumento sutil, su puerta es la devastación (...) El intelectual está siempre luciéndose, el amante siempre perdiéndose (...) Abandona todos los pensamientos y ten un corazón completamente limpio (...).
Rumi.

En efecto, la terapia gestalt, creo, trabaja con un enfoque binario. Es decir, hay una instancia (1) de cada cual que vive (que piensa, hace, come, anda, se cabrea, besa…) y otra instancia (2) que se percata de ello, que se «da cuenta», que «se entera».

Eso que estoy llamando mundo binario, el mundo de lo gestáltico y humanista. Pero se avecinaba una verdadera revolución interior. Había olvidado el Trabajo con David y Norma, al que volveré de aquí a un momento.

Gurdjieff fue el gran introductor del eneagrama en Occidente a principios del siglo XX; y también Oscar Ichazo, iniciador en el llamado «protoanálisis» de Claudio Naranjo, a mediados largos del siglo pasado (1970). Ambos hablaban, según cuenta este último, de «cristianismo esotérico» al preguntárseles precisamente por los orígenes de ese eneagrama. O también, en el caso de Ichazo, de «profetismo occidental»[2]

Más allá del mítico origen babilónico, mi posición es que el eneagrama nace en los primeros siglos de nuestra era.

Veamos. Cuando el emperador romano Teodosio dictamina que el cristianismo niceno o catolicismo es la religión oficial del Imperio, mediante el Edicto de Tesalónica de 380 d.C., hay varia gente noble –en el mejor sentido de la palabra, es decir, no el aristocrático, sino ético del término– que dice que nanay, que por ahí no van los tiros. Que ese no era el mensaje original de un tal Jesús.

Surgirán entonces prácticas ascéticas, cenobíticas, monásticas, de silencio interior, y diversos personajes eminentes (patriarcas, santos hombres, anacoretas…) se retirarán al desierto (Egipto, Siria, Palestina…) y a las cuevas buscando (a Dios y a sí mismos en) su propio interior. Se los llamó los «padres del desierto», y buscaban: «lo que en griego se ha llamado hésykia, es decir, una “paz interior” para posibilitar la re-unión o “unión mística” con Dios».[3]

Todo ello dará lugar a una nueva manera de re-definir el Evangelio (literalmente, la palabra o la buena nueva) de Jesús de Nazaret, y a una especie de Iglesia (literalmente, ecclesia, reunión) esotérica (hacia dentro) que cada vez se aleja más de la exotérica (hacia fuera).

Volvamos ahora a David y Norma, una vez presentado el Sr. Eneagrama. Mi primer contacto con el mundo gurdievo y del Cuarto Camino, tal como ya he contado[4], fue en Valencia, donde nací. Yo tenía diecisiete o dieciocho añitos (1975-76)

No sé bien cómo entré en relación con un grupo siloista que dirigían David González y Norma Chialina y entré en el Trabajo con ellos, tal como se dice (“entrar en el Trabajo”) en el universo de quien se dedica a la autoobservación y a intentar desprogramar La Máquina, como decía Gurdjieff.

Y hablando de esa máquina, para el lector no habituado a este mundo de lo gurdievo y del Cuarto Camino, me parece que la película Matrix y su semiótica pueden ser un buen ejemplo actual y conocido de aquello a lo que me refiero, aunque hay aspectos literarios y de ficción en el film que despistan un poco.

Así que resumo una síntesis personalísima de cómo creo que la película refleja las ideas gurdievas (y protocristianas, y sufíes[5]), y vuelvo a mi relato:

El protagonista (el Héroe, todxs nosostrxs, recordemos a Joseph Campbell, su Viaje del Héroe, y El héroe de las mil caras[6])2 es Neo —la parte nueva de cada cual—, ya que el ego, el carácter, la máscara, la máquina gurdieva, las máquinas en Matrix… más bien son la parte vieja de cada quien, la que está destinada a auto- perpetuarse. Es algo parecido a lo que Freud llamaba repetición, o el psicoanálisis lacaniano llama goce[7].

Neo está enamorado de Trinity, claro… Hay dos metáforas básicas aquí, representadas por Trinity, la (verdadera) Trinidad. En primer lugar, los Tres Centros (bajo, medio, alto), o sea que Neo sabe que Es Tres: lo instintivo/motor, lo emocional y lo mental de sí mismo. Que es no solamente lo que piensa, sino también lo que siente, lo que sensa y lo que hace. En segundo lugar, Neo conoce —o se huele— que quizás el mundo se estructure en torno a la Gran Tríada: Padre/Lo Masculino, Madre/Lo Femenino e Hijx/Lo Filial. Así que Neo sabe que es doblemente Tres.

En cualquier caso, sepa lo que sepa, sabe del Amor y sabe (saber de «sabor») que es el a/Amor[8] lo que hace nacer lo nuevo. En la película, solo lxs humanxs aman; las Máquinas no, claro...

“TRINITY: Calla y escucha. Sé por qué estás aquí, Neo. Sé lo que has estado haciendo. Sé por qué apenas duermes, por qué vives solo y por qué, noche tras noche te sientas ante tu ordenador. Le buscas a él. Lo sé porque una vez yo estuve buscando lo mismo y cuando él me encontró me dijo que en realidad no le buscaba a él: lo que buscaba era una respuesta. Es la pregunta, la que nos impulsa, Neo. Es la pregunta la que te ha traído aquí. Conoces la pregunta igual que yo.”

El Maestro (podría ser el Virgilio de Dante, por ejemplo, o tantxs otrxs que han ocupado ese lugar) es aquí Morfeo, dios del sueño en la mitología griega. Ovidio, en Las Metamorfosis, le hace dormir en una cama rodeada de adormideras de efectos narcóticos. Así que es alguien capaz de inducir un estado alterado de conciencia, alguien que permite «ver otra cosa», la realidad de otro modo, como en el sueño.

Desde ahí, es decir desde esa Metáfora del Camino del Despertar, podemos entender la famosa escena de las dos pastillas (azul y roja) que Morfeo da a elegir a Neo, al principio de la película. Es como si le dijera, como decía Gurdjieff: «¿Quieres vivir dormido o vivir despierto?»

“NEO: No me gusta la idea de no ser yo el que controle mi vida.

MORFEO: Sé exactamente a lo que te refieres. Te explicaré por qué estás aquí. Estás porque sabes algo. Aunque lo que sabes no lo puedes explicar. Pero lo percibes. Ha sido así durante toda tu vida. Algo no funciona en el mundo. No sabes lo que es, pero ahí está como una as- tilla clavada en tu mente, y te está enloqueciendo. Esa sensación te ha traído hasta mí ¿Sabes de lo que estoy hablando?

NEO: ¿De Matrix?

MORFEO: ¿Te gustaría saber lo que es? Matrix nos rodea. Está por todas partes incluso ahora, en esta misma habitación. Puedes verla si miras por la ventana o al encender la televisión. Puedes sentirla, cuan- do vas a trabajar, cuando vas a la iglesia, cuando pagas tus impuestos. Es el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad.

NEO: ¿Qué verdad?

MORFEO: Que eres un esclavo, Neo. Igual que los demás, naciste en cautiverio, naciste en una prisión que no puedes ni oler ni saborear ni tocar. Una prisión para tu mente. (...) Por desgracia no se puede explicar lo que es Matrix. Has de verla con tus propios ojos. Esta es tu última oportunidad. Después, ya no podrás echarte atrás. Si tomas la pastilla azul, fin de la historia. Despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creerte. Si tomas la roja, te quedas en el País de las Maravillas y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos. Recuerda: lo único que te ofrezco es la verdad. Nada más. Sígueme.”

Así es que estamos en este punto ante esa idea fundamental: somos esclavos sin darnos cuenta, algo interno decide por nosotros sin que, de eso, sin que, de tal cosa, nos percatemos… «Eso» es algo que me impactó muy profundamente con diecisiete/dieciocho añitos. Imagínese el lector.

Con David y Norma tuve esa primera experiencia de «algo raro» a la que me refería. Como dice Trinity en la película, era la pregunta la que me había llevado hasta allí. Y de que «eso raro» daba respuestas a alguna cosa que yo me estaba preguntando, sin saber que me lo estaba preguntando.

En ese momento estudiaba Psicología y Pedagogía en la Universidad de Valencia, y ya me parecía entonces que «aquello de David y Norma» era un tanto diferente a lo que estudiaba en la universidad. Coincidió en el tiempo con mi primer Maratón de Encuentro (Encounter Group) con Román Chancho, un alumno de Portuondo[9] que aportaba un tercer vértice al asunto, uno que resultaría definitivo en el futuro, uno más emocional, más catártico, más de lo que, después, sería para mí lo humanista y lo gestáltico.

Con Norma y David practicábamos la autoobservación, el diagnóstico de centros y el famoso Stop gurdievo (léase, de Gurdjieff). Se trata este último de que a la voz de ¡stop! te quedas quieto, sea lo que sea lo que estás haciendo, durante unos minutos, y observas qué ocurre adentro, en los tres centros. En relación al stop, muchos años después, recuerdo una ocasión memorable de llevarlo a cabo, no ya como estudiante sino como profesional. Una ocasión especial por las circunstancias internas y externas en que se producía, y por los resultados que ofreció:

“Un Taller de Recogida de Colillas. SAT del 94. El Espino (Burgos).

María, mi hija, ha muerto hace cinco meses, con 12 añitos, atropellada por un coche en un paso de cebra... Yo tengo 35 años y siento mi alma en carne viva, y estoy en la cúspide de esa visión de la vida apasionadamente desinteresada a la que puede dar lugar la muerte de un hijo, cuando un@ se entrega al dolor a corazón abierto. Es mi caso.

Claudio (Naranjo) ha tenido de nuevo la deferencia —esta vez muy especial para mí— de invitarme a formar parte del staff de profesores del SAT. Estamos en la mesa, en alguna de las comidas. Parece ser que lxs participantes fumadorxs están muy descuidadxs —poca a/Atención— y el precioso jardín del monasterio —cercano a Santa Gadea, la de la Jura del Cid— se está llenando de colillas.

Propongo dirigir un Taller de a/Atención centrado en la recogida de las mismas, con una triple utilidad: terapéutica, de trabajo y de Trabajo. En lo terapéutico la consigna será: “Mientras recojo las colillas voy enfocando qué colillas recojo… de mi vida, qué detritus, qué residuos, cómo he ido ensuciando y con qué, mi vida, la vida del otro, el entorno. Y al tiempo enfoco el servicio: con qué de mí me encuentro cuando dedico un tiempo… ¡que yo pago! —e insisto en esto último cuando lo presento a lxs participantes para darle intensidad reactiva— a recoger las colillas de lxs otrxs.”

Como Trabajo propongo el stop. El silencio que se crea en el jardín es realmente impactante para lxs participantes, según lo que contarán después, y también para lxs satianxs, lxs participantes del SAT, que nos miran de vez en cuando. Algún monje se queda medio pasmado y se le dibuja levemente una sonrisa de complicidad tras el asombro inicial. Como si supiera de qué fuera la cosa. Como si le sonaran campanas…

Claudio me dice: «Eso solo lo podías proponer tú» en medio de una sonora y maliciosa carcajada de todxs lxs comensales, que yo recibo a la vez como reconocimiento y como señalización caracterial. Me recuerda algo sucedido un par de años atrás. Cuando quería hacer mi primer Grupo de Música y Meditación, en 1992, le pedí al Maestro consejo sobre con qué música trabajar. Me recomendó El Arte de la Fuga de Bach (BWV, 1080). Once notas sobre las que se edifica una obra monumental, la de un Bach desligado ya de obligaciones, en la que se entrega a ¿una música para sí mismo? Murió, parece ser, mientras preparaba las planchas para su edición[10].

También entonces, había un doble sentido en esa recomendación del Arte de la Fuga: el E7 (Eneatipo 7) «es uno que se fuga» de la realidad, de lo disfórico… Así que yo me lo tomé –quizás Claudio ni lo pensó, no sé, pero ni importaba…– como un mensaje del tipo: «Bueno, pues ya que naciste para fugarte, aprende a convertirlo en un arte: convierte el veneno en don». Bueno, creo que, tras muchos años, algo de eso he aprendido… un poquito.

Retomando ese Taller de recogida de colillas, ese Taller de Stop que dirigí en el seno de aquel SAT del 94, en aquel momento tan especial para mí, supongo, hoy, que mi actitud, fruto de ese estado de duelo y apertura en el que estaba, infundió una seriedad a la cosa que iba más allá de mí mismo.

Y volviendo al Trabajo siloista de 1977, fue también muy importante para mí llevar un diario íntimo como medio de autoobservación que después continuaría durante años, la famosa libreta que siempre acompaña mis trabajos profesionales hasta hoy en día. No menos que lo que ellxs llamaban las «catarsis» y las «transferencias»,[11] así como lo que después sabría que se llama «acecho»[12] en las tradiciones chamánicas mesoamericana.

Siempre recordaré el «estupendo» de Norma. Decía, con su acento argentino que ha quedado grabado en mi recuerdo: «Si algo va bien, ¡estupendo!, si algo va mal, ¡estupendo!» Muchos años después sabría que aquello se llamaba ecuanimidad en el sufismo o en el budismo, que era el sustrato cognitivo de la meditación vipassana, que fundamentaba uno de los principios gestálticos formulados por Claudio Naranjo[13]: «Entrégate al dolor y a la desazón como te entregas al placer, y viceversa», que era uno de los cuatro pilares del budismo («no aversión, no deseo»). En fin, el «¡estupendo!» de Norma.

Yo entonces, claro, no sabía nada de todo eso. Pero ahí quedó, en algún lugar de la memoria y del corazón, porque lo recuerdo como si fuera hoy mismo, y se me sigue dibujando una sonrisa en la cara, más de cuarenta años después.

David y Norma eran discípulxs de Silo —Mario Luis Rodríguez Cobos (1938-2010)—, siendo este a su vez discípulo de Gurdjieff, aunque Silo no lo reconocía abiertamente (¡ejem!) y le interesaba más su propio pensamiento (¡ejem 2!)

El libro primero de Silo —en realidad librito, 62 páginas nada apretadas— se llamaba La mirada interna[14]. El título me fascinó. En dos palabras decía mucho, reenfocaba la cámara: (mira, atiende, observa), no (solo) el mundo sino tú, no (solo) hacia afuera sino hacia adentro. Para mí, aquello era revolucionario en aquel instante.

En un momento vital de salida hacia el mundo, tras una etapa (14-17 años) muy introspectiva (léase depresiva), aquella sola frase («la mirada interna») proponía, solo con el título, algo parecido a lo que, sobre Blake, a quien entonces no conocía (y hoy, afortunadamente, conozco un poco más) dice Bernardo Santano, su editor en castellano[15]:

“Contempló el mundo desde su interior; para él lo divino es la imaginación. (…) Si la Ilustración trató de resolver los problemas exteriores del mundo con racionalidad, Blake profundizó en las luces y sombras del alma humana y trató de dibujar la intrahistoria, como decía Unamuno, del ser humano. Para él la realidad verdadera era interior y la exterior era su más perfecto reflejo y consecuencia.”

Y había algo en el tono que me resultaba retador, diferente de los textos de la universidad o de otros tipos de textos que conocía (ensayos, poesía, novela…). Era otra manera de escribir. Evocaba desde luego un cierto tono gurdievo (chulo y misterioso) que muchos años después reencontraría con Memo (Guillermo Borja), con diferencias. Decía por ejemplo en las páginas 9 y 10, al presentar el libro:

“Disposición para comprender:

“Sé cómo te sientes porque tu estado puedo experimentarlo, pero tú no sabes cómo se experimenta lo que digo. Por consiguiente, si te hablo con desinterés de aquello que hace feliz y libre al ser humano, vale la pena que intentes comprender.
No pienses que vas a comprender discutiendo conmigo. Si crees que contrariando esto, tu entendimiento se aclara, puedes hacerlo, pero no es ese el camino que corresponde en este caso.
Si me preguntas cuál es la actitud que conviene, te diré que es la de meditar en profundidad y sin apuro lo que explico aquí.
Si replicas que tienes cosas más urgentes en que ocuparte, responderé que siendo tu deseo dormir o morir, no haré nada para oponerme.
No argumentes tampoco que te desagrada mi modo de presentar las cosas, porque eso no lo dices de la cáscara cuando te agrada el fruto.
Expongo del modo que me parece conveniente, no del que fuera deseable para quienes aspiran a cosas alejadas de la verdad interior.”

Silo fue un polémico personaje, medio gurú carismático, medio hombre visionario. Fundó el Movimiento Humanista, que luego se convertiría en el Partido Humanista, al menos en España. La nota necrológica del diario El País en su fallecimiento en 2010 es significativa y clarificadora: «Fundador de una filosofía que llegó a reunir a un millón de seguidores en más de cien países»; «un personaje extraño para Occidente, pero no lo hubiese sido de haber nacido en Oriente. Pregonaba un cambio espiritual y social a la vez para la refundación de la “nación humana”».[16]

Para mí, el Trabajo[17] con David y Norma fue abrir un mundo que después reencontraría con Claudio de un modo mucho más amplio, maduro y definitivo. Resumido en una sola frase y de un modo hiper-simple, lo podríamos decir, con Ouspensky[18], más o menos así: «Cuando observamos algo, nuestra atención es dirigida sobre el objeto observado; si al mismo tiempo logramos también llevar la atención sobre nosotros mismos, tendremos una simultánea percepción de nosotros y el objeto externo». Yo añadiría algo así como «y algo tan aparentemente sencillo produce una verdadera revolución en el estado de con- ciencia». Eso es la Atención a la que me refiero.


“El tiempo de la vida humana, un punto; su sustancia, fluyente; su sensación, turbia; la composición del conjunto del cuerpo, fácilmente corruptible; su alma, una peonza; su fortuna, algo difícil de conjeturar; su fama, indescifrable. En pocas palabras: todo lo que pertenece al cuerpo, un río; sueño y vapor, lo que es propio del alma; la vida, guerra y estancia en tierra extraña; la fama póstuma, olvido.

¿Qué, pues, puede darnos compañía? Única y exclusivamente la filosofía. Y esta consiste en preservar el guía interior, exento de ultrajes y de daño, dueño de placeres y penas, sin hacer nada al azar, sin valerse de la mentira ni de la hipocresía, al margen de lo que otro haga o deje de hacer. Más aún, aceptando lo que acontece y se le asigna como procediendo de aquel lugar de donde él mismo ha venido. Y, sobre todo, aguardando la muerte con pensamiento favorable, en la convicción de que esta no es otra cosa que disolución de elementos de que está com- puesto cada ser vivo.”[19]
Marco Aurelio



Si quieres hacer una experiencia más amplia al respecto, te propongo que te mires la información que encontrarás aquí






[1] Inicio con éste, por primera vez, una serie de pequeños artículos sobre Eneagrama, que iré compartiendo en el blog (https://albertrams.blogspot.com.es/) y en mi página de Facebook, principalmente ( https://www.facebook.com/ramsgestalt.rams.1)
[2] www.claudionaranjo.net
[3]«Padres del Desierto», Wikipedia, disponible en: <https:// es.wikipedia.org/w/index.php?title=Padr es_del_ Desierto&oldid=90679903>.
[4] Rams, A.: Veinticinco años de gestalt… www.edicioneslallave.com. Barcelona. 2004
[5] El sufismo es, digamos, la versión esotérica o interior del islam, como la cábala lo podría ser del judaísmo.
[6] Campbell, J. El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito. F.C.E. Madrid. 1992.

[7] Goce (jouissance) no es gozo o júbilo (plaisir)
[8] Escribo de esta manera algunas palabras para expresar a la vez los dos aspectos del término. En general, con inicial minúscula, nombre común, el cotidiano, el mundo visible, el amor a objeto, en el sentido psicoanalítico del término; con inicial mayúscula, el mundo invisible, espiritual, mágico, simbólico a veces. El Amor como estado interior, como Estado de Conciencia.
[9] Portuondo fue un psicólogo cubano que fundó una escuela de psicoterapia y psicoanálisis en Barcelona cuando no había todavía por aquí ni facultades de psicología ni, por, supuesto se sabía demasiado qué era eso de la psicoterapia.
[10] Gago, L., «El Bach más melancólico», El País, Cultura, 26 de febrero de 2016, disponible en: <cultura.elpais.com/cultura/2016/02/26/actualidad/1456484223_578648.html>.
[11] Términos que después cobrarían otro sentido bastante diferente
[12] Acecho: estar a/ Atentx para «pillar» al ego cuando se cuela en el aquí y ahora; puede ser auto-practicado o puesto en juego con otrx, por parejas, que se prestan a ello. Es algo muy confrontativo, porque se trata de pillar-se o pillar al otro en sus mentiras, en sus trampas. Y eso es más bien desagradable
[13] Naranjo. C. La vieja y novísima gestalt. Editorial Cuatro Vientos. Santiago de Chile. 1999.
[14] Silo. La Mirada Interna. Editorial Gnosis. Madrid. 1976.
[15] La Vanguardia. Lunes 28 de abril de 2014.
[16] El País. Miércoles 22 de septiembre de 2010.
[17] Cuando la palabra Trabajo lleva la inicial mayúscula se refiere al trabajo interior o de autoconocimiento, no a lo que popularmente se llama trabajo referido al mundo laboral, por ejemplo.
[18] Ouspensky, P.D. Fragmentos de una enseñanza desconocida.www.giurfa.com/fragmentos.pdf

[19] Marco Aurelio. Meditaciones (ii, 17). www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_ digital/libros/M/Marco%20Aurelio%20-%20marco%20aurelio%20meditaciones. pdf






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